Esta litografía de 1846 se ha convertido en una imagen clásica del motín del té en Boston.
Por qué el "Motín del té" de 1773 en Boston sigue inspirando protestas en naciones tan diversas como Líbano y China
Lo que provocó lo que se conoce como Boston Tea Party o Motín de té de Boston fue la aprobación de una nueva ley que gravaba la importación de varios productos.
Lejos de ser una disputa local, el Motín del té de Boston, el incidente que dio pie a la independencia de Estados Unidos, no solo tuvo orígenes globales, sino que además ha inspirado actos de desobediencia civil no violenta desde entonces.
Así lo revela en este texto Benjamin Carp, autor de Defiance of the Patriots: The Boston Tea Party and the Making of America, publicado por primera vez en la revista BBC History en 2010.
Alrededor de 100 hombres abordaron tres barcos en el puerto de Boston la noche del 16 de diciembre de 1773. Nadie sabe con seguridad quiénes eran, ni exactamente cuántos estaban allí.
Se habían envuelto con mantas alrededor de sus hombros y se habían untado pintura y hollín en sus caras. Un reporte de periódico los llamó "hombres decididos (vestidos como mohicanos o indios)".
La oscura historia del té, uno de los grandes motores de la globalización de la economía
En dos o tres horas, subieron 340 cofres a las cubiertas, los abrieron con hachas y vaciaron su contenido. Como la marea estaba baja, se podía ver grandes cantidades de té acumulándose junto a los barcos.
Había, de hecho, 46 toneladas de té, valoradas en más de £9.659 (algo más de US$13.000).
En esa época, una tonelada de té costaba lo mismo que una casa de dos plantas. Ese incidente se convirtió en un momento crucial en la historia estadounidense, llevando al derrocamiento del gobierno imperial británico, una guerra civil de ocho años y la independencia de Estados Unidos.
El amargo sabor del té habría resultado desagradable para los europeos, de no haber sido por el comercio de otro producto: el azúcar.
Pero la historia del Motín del té de Boston pertenece no solo a Estados Unidos, sino al mundo. El Motín del té se originó con un producto chino, una crisis financiera británica, el imperialismo en India y los hábitos de consumo estadounidenses.
Y más de 200 años después, el Motín del té inspiró movimientos políticos de toda índole, mucho más allá de las costas estadounidenses.
Para entender por qué el té se convirtió en algo tan controversial en Boston, tenemos que echar un vistazo a la historia de cómo esta planta fue acogida por los británicos en todo el mundo. La camellia sinensis (planta del té) crecía en las laderas de las altas montañas que separaban China del subcontinente indio.
Durante más de un milenio, habían sido los chinos los que habían popularizado y comercializado la bebida. Los comerciantes chinos intercambiaban té con barcos japoneses, jinetes mongoles y caravanas persas.
Durante más de un milenio, habían sido los chinos los que habían popularizado y comercializado el té.
Pocos europeos habían probado el té antes de 1680. Pero para el siglo XVIII, firmas comerciales como la Compañía Británica de las Indias Orientales negociaban de forma habitual con los comerciantes cantoneses y los supervisores de los puertos para traer el té a occidente. Conforme crecía el negocio, el precio bajaba.
El amargo sabor del té habría resultado desagradable al paladar de los europeos de no haber sido por el comercio de otro producto: el azúcar.
El siglo XVII había visto en el cultivo de la caña de azúcar en las Indias Occidentales cosechas enormemente rentables. Para cultivar la caña y procesar el azúcar, los plantadores dependían del trabajo de esclavos africanos.
El té llegó hasta los puertos estadounidenses como Boston, Massachusetts, y alcanzó incluso los confines de la frontera estadounidense. Parte era comprado legalmente, y el resto era traficado para evitar los impuestos británicos.
En dos o tres horas, los hombres que perpetraron el Motín subieron 340 cofres a las cubiertas, los abrieron con hachas y vaciaron su contenido.
Pronto llegó a ser la bebida de las casas respetables a lo largo de todo el imperio británico, aunque también incomodó a los críticos preocupados por sus efectos corruptores. Ellos sentían que el té provocaba vanidad y orgullo, alentaba a las mujeres a reunirse y chismear, y amenazaba con socavar la nación.
Sin embargo, el gobierno británico, supeditado a los ingresos del comercio global, no hizo nada para interponerse en el camino de los bebedores de té. De hecho, en 1767, el Parlamento aprobó la Ley de Ingresos que establecía un impuesto sobre todo el té enviado a las colonias americanas.
Estos fueron los años en los que Gran Bretaña, que seguía lamentándose por las deudas en las que incurrió durante la Guerra de los Siete años (1756-63), empezó a apretar las riendas en sus posesiones imperiales en todo el globo.
En Estados Unidos esto significó restricciones a la expansión hacia el oeste, la aplicación más estricta de las regulaciones aduaneras y nuevos impuestos. En India, significó mayor control sobre la Compañía de las Indias Orientales.
Clamor generalizado
Muchos británicos tenían grandes esperanzas por esta nueva fuente de ingresos, pero después, en el otoño de 1769, los asuntos de las Indias dieron un giro espantoso.
Una hambruna en Bengala mató a casi 1,2 millones de personas, lo equivalente a la mitad de la población de las 13 colonias americanas en ese momento.
El horrorizado público británico culpó a la Compañía de las Indias Orientales por el desastre. "Las opresiones de India", escribió Horace Walpole, "bajo la rapiña y las crueldades de los empleados de la compañía, ahora habían llegado a Inglaterra, y crearon un clamor general aquí".
Los problemas de la compañía se multiplicaron. En 1772, se culpó a la manipulación de sus acciones por una serie de quiebras bancarias en todo el mundo. La compañía estaba perdiendo dinero en sus operaciones militares en India. El Banco de Inglaterra dejó de prestarle dinero, y esta debía cientos de miles de libras en impuestos.
Aún más, la competencia de los traficantes y una importación excesiva llevó a la compañía a acumular 80 millones de kilos de té en sus almacenes, más de lo que Inglaterra bebía en un año.
El gobernador colonial Thomas Hutchinson (1711-1780) escapa de los manifestantes locales después de demandarles el pago de un nuevo impuesto. Fue su negativa a regresar los barcos con té a Europa la que desencadenó el motín.
Para rescatar la compañía (y tener más control sobre ella), el Parlamento aprobó una serie de leyes en 1773, incluyendo la Ley del té. Esta ley no impuso nuevos impuestos a los estadounidenses, pero permitió a la compañía enviar su té directamente a Estados Unidos por primera vez.
La legislación, temían los estadounidenses, tendría tres efectos. Primero, otorgó a un monopolio privilegios especiales en Estados Unidos, dejando fuera a los comerciantes estadounidenses (excepto unos pocos seleccionados). Segundo, alentó el pago de un impuesto que los estadounidenses habían estado rechazando durante seis años.
Y tercero, los ingresos de los impuestos eran usados para pagar los salarios de ciertos funcionarios, dejándolos sin responsabilidades ante el pueblo.
Cuando llegó el primer barco de té el 28 de noviembre de 1773, los bostonianos demandaron que el cargamento volviera a Londres sin descargar. El propietario, un comerciante llamado Francis Rotch, dijo que no podía hacer eso por ley, y la situación quedó en punto muerto durante casi tres semanas.
A la medianoche del 17 de diciembre, el servicio de aduanas británico tendría el poder de intervenir, apoderarse del té y venderlo en una subasta.
Ridiculizados como salvajes
Por eso, la noche anterior, el 16 de diciembre, los bostonianos tenían preparados sus disfraces indígenas. Eran trajes primitivos, no tanto para ocultarse sino para advertir a la comunidad que no revelara las identidades de los perpetradores.
Pero la elección de disfrazarse de nativos americanos aún así era significativa. Los estadounidenses eran retratados como indios americanos con frecuencia en las caricaturas británicas, y los colonos fueron a menudo agrupados con la población indígena y ridiculizados como salvajes.
Muchos de los que tiraron el té de los barcos iban vestidos como indígenas.
Escogieron un disfraz que los situaba en el otro lado del Océano Atlántico desde el rey y el Parlamento. Estaban empezando a pensar en sí mismos como estadounidenses, más que como súbditos británicos, como hombres libres sacudiéndose los grilletes del imperio.
Aunque muchos de los destructores del té nacieron en Massachusetts, algunos tenían orígenes lejanos. James Swan, un panfletista antiesclavista, había nacido en Fifeshire, Escocia. Nicholas Campbell era de la isla de Malta. John Peters había llegado desde Lisboa.
Aunque entre ellos había ricos comerciantes y profesionistas, la mayoría eran artesanos que trabajaban con sus manos, lo que les permitió llevar los cofres de té a las cubiertas en poco tiempo.
La mayoría eran hombres jóvenes, de entre 18 y 29 años, que estaban emocionados por hacer una valiente declaración al mundo.
Y el mundo respondió. Impresos del Motín del té de Boston aparecieron en Francia y Alemania. En Edimburgo, el filósofo Adam Smith sacudió la cabeza con desaprobación ante el "extraño absurdo" de la soberanía de la Compañía de las Indias Orientales en la India. Sus ideas dieron lugar a la teoría fundacional del capitalismo de libre mercado en 1776.
El Motín del té sigue sirviendo de inspiración para protestas recientes.
Muchos años más tarde, activistas desde China a Sudáfrica y Líbano explicarían sus acciones comparándolas con el Motín del té. Como un símbolo del nacionalismo anticolonial, la desobediencia civil no violenta, o el espectáculo político disfrazado, el Motín del Té era irresistible.
"Este vasto imperio, sobre el que nunca se pone el sol, y cuyos límites la naturaleza aún no ha determinado", escribió en 1773 el diplomático Sir George Macartney sobre Gran Bretaña.
Los bostonianos probaron esos límites más tarde ese año. El Motín del té a menudo se define como el incidente que dio lugar al origen de Estados Unidos. Sin embargo, se entiende mejor como una brillante conflagración en el horizonte de un gran mundo, un fuego que aún brilla intensamente.
EL LEGADO GLOBAL DEL MOTÍN DEL TÉ
Mahatma Gandhi
Después de que el gobierno británico en Sudáfrica ordenó que los residentes indios tenían que ser registrados, imprimiendo sus huellas dactilares, bajo la Ley del Registro Asiático de 1907, Mahatma Gandhi adoptó la práctica de "satyagraha" o protesta no violenta. Lideró a la comunidad india en la quema de las tarjetas de registro en reuniones masivas en agosto de 1908. Gandhi escribió más tarde que el corresponsal de un diario británico había comparado la protesta con el Motín del té de Boston.
Mahatma Gandhi fue uno de los líderes de la protesta no violenta inspirado por el Motín del té,
República de China (Taiwán)
A finales de 1923, durante la lucha por el poder en China entre el Kuomintang (el Partido Nacionalista Chino) y el Partido Comunista de China, Sun Yat-Sen, líder del Kuomintang, amenazó con incautar los ingresos de las aduanas en Guangzhou. Estados Unidos y otras naciones occidentales enviaron buques de guerra para intervenir.
El 19 de diciembre (tres días después del 150 aniversario del Motín del té), Sun escribió: "Debemos detener ese dinero que va a Beijing para comprar armas para matarnos, así como sus antepasados detuvieron los impuestos que iban a los cofres ingleses tirando el té inglés en el puerto de Boston".
Lucha por los derechos civiles de los afroamericanos
En su "Carta desde una prisión de Birmingham" de 1963, el reverendo Martin Luther King Jr. llamó a un programa de acción directa no violenta en Birmingham, Alabama. Al argumentar su inspiración histórica, escribió: "En nuestra propia nación, el Motín del té de Boston representó un acto masivo de desobediencia civil". Tres años después, Robert F. Williams volvería a recortar el Motín para convocar a una acción violenta en nombre de los derechos civiles de los afroamericanos.
[+ Información - bbc.com]
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