El puente Carlos sobre el río Moldava es el más antiguo de Praga y está envuelto en un sinfín de supersticiones. Comenzó a construirse en 1357 y la primera piedra la colocó el mismísimo rey Carlos IV a las 5:31 horas de la madrugada del 9 de julio.
Todo ello no es casual. Un grupo de astrólogos que asesoraron al monarca en la construcción le convencieron de que esas eran la hora y la fecha precisas para hacerlo, porque si juntamos todos esos números obtendremos un palíndromo capicúa que coincide con la siguiente sucesión de cifras: 135797531.
Los astrólogos pensaban que de esta manera el puente sería mucho más sólido y resistente. Y recomendaron también alinearlo con la tumba de San Vito y con la puesta de sol del equinoccio. Además, se piensa que el mortero utilizado para unir las piedras se ligó con huevo. Y aunque no hay datos que corroboren esa creencia, sí se sabe que se utilizó algún material orgánico. De nuevo, por pura superstición.
El puente está flanqueado por tres torres defensivas y decenas de estatuas barrocas que fueron instaladas posteriormente, aunque las que hoy pueden verse son sólo réplicas, ya que las originales se encuentran en el Museo Nacional de Praga.
En cualquier caso, hay una, la de San Juan Nepomuceno, que no te puedes perder si visitas este lugar, porque si tocas una placa que hay sobre su base, el santo te concederá un deseo y regresarás a Praga. O al menos eso es lo que muchos creen en esta ciudad.
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