Un nuevo libro de la Premio Pulitzer Anne Applebaum muestra con todo detalle qué ocurrió durante la gran hambruna provocada al final del primer plan quinquenal soviético
Niños durmiendo en la calle en Ucrania. (Cordon Press)
Durante décadas, la
Unión Soviética negó que hubiese ocurrido, ni siquiera después de que
Robert Conquest
publicase a mediados de los ochenta 'The Harvest of Sorrow', en el que
detallaba las hambrunas a las que abocó el proceso de colectivización
soviético. Hoy en día sigue siendo un episodio en disputa histórica,
relativizado por los rusos y reivindicado por los ucranianos como
una de sus grandes tragedias nacionales.
Hablamos del 'holodomor' (literalmente, “muerte por hambruna”) que tuvo
lugar entre 1932 y 1933 en la República Soviética de Ucrania y que
causó millones de muertos.
¿Cuántos, exactamente? La dificultad de
fijar una cifra exacta ha provocado que esta oscilase entre el millón y
los 10 millones, pero la mayor parte de historiadores coinciden hoy con
las estimaciones de la historiadora
Anne Applebaum en '
Red Famine' (Doubleday), cuyo inequívoco subtítulo es “La guerra de Stalin contra Ucrania”:
alrededor de cuatro millones de personas
murieron de hambre en apenas dos años. Es probablemente el trabajo
definitivo sobre uno de los capítulos más trágicos de la historia
europea, que aunque afectó a otras regiones de la URSS, fue
especialmente dañina en Ucrania.
Había
niños hinchados por el hambre, familias obligadas a alimentarse de
hierba o cadáveres a la intemperie en las calles de Odessa
“La
desastrosa decisión de la Unión Soviética de forzar a los campesinos a
renunciar a sus tierras y a unirse a las granjas colectivas; el
desahucio de los 'kulaks', los campesinos ricos, de sus hogares; el caos
que siguió; todas estas políticas, en última instancia responsabilidad
de
Josef Stalin,
Secretario General del Partido Comunista Soviético, habían conducido al
país al límite del hambre”, señala la historiadora en la introducción
del libro. Todo comenzó, paradójicamente, después de un año
relativamente bueno para la cosecha ucraniana, el de 1931. A los ojos de
la URSS, demasiado bueno, así que obligó a la región a contribuir con
el 42% de su producción de cereales.
Fotografía de la exposición 'Golodomor' celebrada en Kiev. (Cordon Press/ ITAR-TASS / Vladimir Sindeyev)
Hacía apenas cuatro años que se había puesto en marcha el primer plan
quinquenal, cuyo objetivo era levantar la industria pesada de la URSS a
partir de una importante reforma agraria. La contribución forzada de
Ucrania fue el inicio de un importante conflicto entre los kulaks, pero
también otros granjeros que eran considerados como “enemigos de clase”, y
los líderes soviéticos, con Stalin a la cabeza, que se manifestó en
una brutal campaña para requisar los alimentos que los ucranianos estaban escondiendo, pero que eran su única forma de subsistencia.
El horror en las calles
En
apenas unos meses, a comienzos de la primavera de 1932, los campesinos
ucranianos comenzaban a morir de hambre. Algunos documentos encontrados
por Applebaum hablan de niños hinchados por la falta de alimento, de
familias obligadas a alimentarse de la hierba, de migraciones masivas
para encontrar algo que echarse a la boca y de cadáveres a la intemperie
en las calles de Odessa porque nadie tenía fuerzas para enterrarlos.
“Nosotros, los trabajadores de las granjas colectivas,
no hemos comido una rebanada de pan desde el 1 de enero”, se quejaba un granjero en una carta destinada al
Kremlin.
“El
Partido, el Estado y sus órganos de la policía política están
infestados de agentes nacionalistas y espías polacos”, escribió Stalin
La
situación no mejoró durante el verano, pero muchos esperaban aún una
respuesta por parte del régimen que evitase una situación aún peor. Esta
no solo no llegó, sino que las decisiones de Stalin agravaron aún más
la situación de millones de ucranianos. Se aprobó la conocida como
ley de las tres espigas,
que imponía penas durísimas en el gulag para aquellos que robasen
cualquier propiedad estatal, lo que en la práctica incluía a aquellos
que reservaban un poco de comida para el consumo personal. Los
condenados por esta norma pudieron llegar a los 125.000.
La
siguiente decisión fue endurecer aún más las expropiaciones de alimentos
por parte del ejército soviético. En otoño llegaron dos comisiones a
Ucrania para acelerar este proceso. El propio Stalin había dejado por
escrito en una carta que “hoy en día, la principal cuestión es Ucrania,
ya que el Partido, el Estado y los órganos de la policía política de la
república están infestados de agentes nacionalistas y espías polacos,
por lo que corremos el riesgo de perder Ucrania, una Ucrania que es
necesario
transformar en una fortaleza bolchevique”. Así pues,
las decisiones estalinistas estaban encaminadas a eliminar a esos
enemigos nacionalistas y burgueses que acechaban en cada rincón, una
paranoia agudizada por el suicidio de su mujer,
Nadezhda Alilúyeva, en noviembre de 1932.
Cartel conmemorativo del Holodomor de Leonid Denysenko.
Las cuotas de producción de alimentos se multiplicaron hasta ser
imposibles de satisfacer, y las imágenes dantescas abundaban. En su
libro, Applebaum detalla escenas como la de una niña hambrienta que,
mendigando en una panadería soviética, muere después de recibir un golpe
del tendero mientras este grita
“¡vete a trabajar!”. También la
historia de unos padres internados en un gulag después de haber
cocinado y comido a sus hijos muertos.
Los militares retiraban los cadáveres de las calles para evitar el
canibalismo. Aunque en la primavera de 1933 Stalin relajó la presión
sobre Ucrania, eso no impidió que muriesen millones de personas. Entre
ellas, multitud de intelectuales que fueron enviados a campos de
concentración durante los últimos meses de la hambruna: todo aquel
relacionado con la República Popular Ucraniana era sospechoso.
Disputa historiográfica
“La historia de la hambruna de 1932-1933 no se mostró”, recuerda la autora, premio Pulitzer por '
Gulag' (Debate). “En su lugar, entre 1933 y 1991 la URSS simplemente
se negó a reconocer que se hubiese producido ninguna hambruna”.
La destrucción de archivos y la manipulación de los datos existentes
han sido un gran hándicap a la hora de determinar exactamente el número
de víctimas, y tan solo después de la caída del bloque soviético se pudo
analizar lo ocurrido a partir de sus fuentes primarias, especialmente
las recopiladas por el Instituto Ucraniano de Recuerdo Nacional.
La
hambruna juega un papel importante en la discusión entre Rusia y
Ucrania sobre su identidad, su relación y su experiencia compartida
La gran pregunta relacionada con el holodomor es si esta hambruna fue programada y
causada de manera deliberada por Stalin,
como una espantosa expresión de su odio a Ucrania y su movimiento
nacionalista, o si las cifras se deben a una desafortunada coincidencia
de infortunios, desde las malas cosechas en el invierno de 1932 unido al
sabotaje por parte de los kuláks, los principales chivos expiatorios
para la rusa soviética. Applebaum señala directamente las decisiones
políticas de Stalin como principal causa de los millones de muertes por
hambre.
En la crítica del libro publicada en '
The Guardian',
Sheila Fitzpatrick,
autora de 'Los campesinos de Stalin', que aborda el mismo tema,
recuerda que desde su punto de vista
“Stalin no quería matar a millones
de personas (una decisión con obvias consecuencias económicas
negativas), sino más bien conseguir todo el grano que pudiese de ellas;
el problema es que nadie sabía cuánto era posible obtener sin matarlas
de hambre y arruinar la siguiente cosecha”. La escritora recuerda que el
holodomor quedó tan olvidado durante el comunismo como fue utilizado
posteriormente por el nacionalismo ucraniano como
mito fundacional de su nuevo Estado.
Tomado de: elconfidencial