Emilio Castelar (7 de septiembre de 1832 – 25 de mayo de 1899) político, historiador, periodista y expresidente de la Primera República. Nació en Cádiz, Andalucia, España. Sus padres fueron Manuel Castelar, agente de cambios, y María Antonia Ripoll. Su madre influyó mucho en la cuestión ideológica, puesto que era una acérrima liberal.
Debido a la restauración absolutista de Fernando VII su padre tuvo que exiliarse en Gibraltar durante siete años para resguardar su vida ya que fue acusado de afrancesado. Años después murió su padre y Castelar regresó a Elda con la familia de su madre, sus experiencias en Elda le permitieron escribir el libro Recuerdos de Elda o las Fiestas de mi Pueblo.
Su gusto por la literatura fue muy elevado, pero prefirió estudiar Derecho y Filosofía en la Universidad de Madrid, sin olvidar su gusto por la literatura y la escritura. En su época académica conoció a Antonio Cánovas del Castillo. Durante este periodo trabajó en la Escuela Normal de Filosofía.
Caricatura de Castelar en La Madeja Política de Tomás Padró Pedret, noviembre de 1873.
Luchó contra el régimen de Isabel II, criticó abiertamente la conducta de la reina y lo expresó en su artículo titulado El rasgo (1865). Las consecuencias fueron graves, Castelar fue expulsado de su cargo como catedrático, afectando las directivas de la Universidad de Madrid.
Como muestra de apoyo sus estudiantes y compañeros adelantaron manifestaciones que fueron violentamente reprimidas por el gobierno de forma sangrienta, a este evento de carácter histórico nacional se bautizó: Noche de San Daniel. Gracias a la insurrección del Cuartel de San Gil consiguió huir a Francia y huir la condena a muerte.
Participó en la Revolución del año de 1868 que derrocó a Isabel II, aunque no se proclamó la República. Luego, asumió un cargo político como diputado, en las que destacó por su retórica, fue muy hábil para defender la álgida cuestión de la libertad de cultos. Al igual que la corriente republicana dentro y fuera de las Cortes hasta que la abdicación de Amadeo de Saboya provocara la proclamación de la República (1873).
Caricatura de 1874 publicada en La Flaca sobre las etapas del Sexenio Democrático.
Durante el gobierno republicano de Estanislao Figueras, Castelar colaboró en la cartera de Estado, adoptando medidas como la eliminación de los títulos nobiliarios y apoyó la abolición de la esclavitud en la isla de Puerto Rico.
Pero el régimen republicano se encontraba en una dura situación, desgarrado por los desacuerdos ideológicos entre sus líderes, además las fuertes confrontaciones entre la Iglesia, la nobleza, el ejército y las clases acomodadas fueron factores que aumentaron esta situación. En suma, la reanudación de la Guerra Carlista y la rebelión independentista en Cuba.
La Presidencia llegó a manos de Emilio Castelar para tratar de salvar el régimen. Así que, actuó con la actitud de un dictador: disolvió las Cortes y, movilizó hombres y recursos para las operaciones a militares profesionales. Castelar presentó su renuncia tras obtener malos resultados en las votaciones del Parlamento.
El general Pavía dio un golpe de Estado: disolvió las Cortes y esto lo aprovechó el general Francisco Serrano para autoproclamarse presidente del Poder Ejecutivo. El pronunciamiento de Arsenio Martínez Campos restableció la Monarquía proclamando rey a Alfonso XII. Con esto se define la liquidación de la Primera República.
Emilio Castelar volvió a la política, mostrándose como la opción de los republicanos en la Restauración. Luego de que se aprobaron las leyes del jurado y del sufragio universal, Castelar se retiró de la vida política. Durante su vejez escribió varias obras de historia, filosofía, narrativa y experiencias de viajes.
Sus obras más destacadas fueron: La civilización en los cinco primeros siglos del cristianismo (1859-62), Crónica de la guerra de África (1859), Retratos históricos (1884), Galería histórica de mujeres célebres (1886-89) y, en cuanto a narración se encuentra Ernesto, La hermana de la Caridad y El suspiro del moro.
Placa en la casa de Castelar en Elda
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