miércoles, 21 de agosto de 2019

Victoria Kent

agosto 21, 2019 Por ancilo59 Comentarios


Nace en Málaga el 6 de marzo de 1898. Al no querer ir a la escuela, hace sus estudios elementales con profesores particulares. Al terminar estudia en la Escuela Normal de Maestras y en 1917 se traslada a Madrid. Aquí realiza el bachillerato en el Instituto Cisneros, terminándolo en 1920, e ingresando en la Facultad de Derecho, como alumna no oficial, carrera que termina en 1924.

Desde su llegada a Madrid se aloja en la Residencia Femenina de Estudiantes, que dirige María de Maeztu, y se paga sus estudios dando clases particulares y en el Instituto-Escuela, también bajo la dirección de María de Maeztu. Entra a formar parte del Colegio de Abogados en enero de 1925 y, aunque no parecía tener interés en ejercer la profesión ante los tribunales, ya el 1 de mayo de ese mismo año, se conoce su intervención como abogada defensora.

Sin embargo, es en 1930 cuando su nombre salta a las páginas de todos los periódicos nacionales y extranjeros, como protagonista de un hecho inaudito hasta entonces: fue nombrada letrada de Don Alvaro de Albornoz, uno de los instigadores de la rebelión republicana de Jaca en diciembre de 1930, convirtiéndose así en la primera mujer que actuaba ante el Tribunal Supremo de Guerra y Marina en el mundo.

Su actuación no desmereció de la de sus colegas; al contrario, al lograr la absolución de su defendido, le otorgó un gran prestigio.

Enrolada en el partido Radical-Socialista, fue designada para formar parte de la candidatura republicana a las Cortes por Madrid, resultando elegida diputada, junto con Clara Campoamor, de las Cortes Constituyentes de 1931.

Sus intervenciones en el Parlamento son escasas y, en especial, se la recuerda por sus discursos en contra del voto femenino en igualdad de condiciones que el varón, siguiendo la disciplina del partido, y con la convicción de que la mujer española del momento, carecía de la mínima preparación social y política, como para votar responsablemente, y, por influencia de la Iglesia, sería un voto conservador, en detrimento de los partidos de izquierdas.

Tampoco fue muy intensa su labor en la Academia de Jurisprudencia y Legislación, donde ingresa recién proclamada la República.

Paralelamente lleva a cabo lo que ella misma califica como “la tarea más importante de mi vida”: la Dirección General de Prisiones, para la que se la nombra en 1931 y en la que permanecerá hasta 1934.

Siguiendo a su predecesora en el cargo, Doña Concepción Arenal, se dedicó a la reforma de las cárceles españolas, con el convencimiento de que las sociedades están obligadas a recuperar al delincuente como miembro activo y como hombre.

Cerró, por estar en malas condiciones 114 centros, construyó la cárcel de mujeres de las Ventas, estableció permisos para los presos, medida que levantó una gran polvareda. Todas estas medidas convirtieron a Victoria Kent en una persona enormemente popular, incluso se la nombra en el conocido chotis “Pichi”.

En 1933 se presentó a las elecciones, pero no sacó acta de diputada, por lo que se dedicó con más intensidad a sus funciones como Directora General de Prisiones, que deja al año siguiente. En 1936vuelve al Parlamento como diputada del Frente Popular.


Al estallar la Guerra Civil marchó al frente del Guadarrama, donde estuvo encargada de suministrar vestidos y alimentos al ejército republicano. Siguió al gobierno en su éxodo tanto en Valencia como en Barcelona y se la comisiona para dirigir el asentamiento de los niños de familias republicanas del Norte a Francia, con el cargo de Primer Secretario de Embajada.

Terminada la Guerra de 1936-39 y antes de iniciarse la II Guerra Mundial, colabora en la salida de refugiados españoles desde Francia a América, pero, habiendo estallado ya la conflagración en Europa, las autoridades de Vichy le impidieron embarcar y permanecerá en París durante los cuatro años de la ocupación nazi.

Esta parte de su vida nos la cuenta en Mis cuatro años en París (1948). Finalizada la guerra, marcha a Méjico, donde estuvo trabajando en la Escuela de Capacitación para el Personal de Prisiones, hasta que en 1950 se incorpora a las Naciones Unidas en la sección de Defensa Social, cargo que abandona dos años después.

En 1954 funda la revista Ibérica, con la finalidad de ofrecer a los exilados españoles las noticias que sucedían en España. Aunque viajó a nuestro país después de la muerte de Franco, volvió a Nueva York, donde pasó el resto de su vida, hasta su muerte el 26 de septiembre de 1987.

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