viernes, 9 de agosto de 2019

Picasso y Olga: dos décadas de infidelidades, disputas y obras maestras (Arte)

agosto 09, 2019 Por ancilo59 Comentarios


La esposa y musa del pintor malagueño durante dos décadas tuvo una existencia dramática, envuelta en un halo de misterio que ahora pretende disipar una amplia muestra del centro CaixaForum de Madrid


Un crucifijo, una Biblia ortodoxa en cirílico, unos cuantos tutús y varios pares de zapatillas de ballet con el satén roído. Este inventario era lo que, a priori, esperaba encontrar Bernard Ruiz-Picasso, nieto del pintor malagueño, en una de los polvorientos y pesados baúles de viaje de su abuela Olga.

Junto a los aparejos de la primera esposa de Picasso, que éste conoció en Roma en 1917 cuando ella giraba con los Ballets rusos de Diáguilev, aparecieron más de un centenar de documentos de carácter privado: cartas que venían del este preguntando por su relación con "el artista", decenas de fotos de su etapa formativa justo después de salir del Imperio Ruso y varias películas familiares que hasta entonces se creían perdidas.

Más de un siglo después de aquel primer encuentro entre Khoklova y Picasso, y después de pasar por París, Moscú y Málaga, el CaixaForum sirve de anfitrión en Madrid para Olga Picasso, una exposición que pretende arrojar luz sobre el misterio que rodea a una de las mujeres más recurrentes en la obra pictórica del autor de Las señoritas de Aviñón.

Organizada en colaboración con el Musée National Picasso-París y la Fundación Almine, la muestra se articula a través de 335 obras (40 pinturas) que permiten al visitante apreciar tanto la tendencia a la melancolía que siempre se le supuso a su protagonista como la degradación que sufrió su relación con el pintor, y cómo la pequeña Marie-Thérèse Walter fue desplazándola finalmente como musa, en el penúltimo capítulo de su dramática existencia.

Hija de un soldado del Ejército blanco que batalló en la guerra civil rusa, Olga Khoklova, nacida en 1891, protagonizaba una brillante carrera como bailarina clásica hasta su matrimonio con Picasso. Revisionismos aparte, su nieto achaca su abandono de la danza más a una "vieja lesión persistente en el pie" que a la creciente presión del pintor por tener una familia y seguir ascendiendo socialmente.

Olga Khokhlova, esposa de Pablo Picasso. 

Sea como fuere, Ruiz-Picasso sintetiza la relación entre sus abuelos desmitificando su tortuosidad: "Al final, no se diferenció mucho de una historia de amor clásica en la que el principio fue muy dulce y el final muy amargo", detalla.

Y sentencia:

 "Olga no era la mujer estúpida que muchas veces se ha descrito, era una artista reconocida que eligió casarse con un artista reconocido".


La vida que compartieron Picasso y Khoklova se explica en la muestra de manera cronológica, abrumando en su primera sala con el Retrato de Olga en un sillón (1918) que sirve de imagen de la exposición.

Creado a partir de una gelatina de plata de Émile Delétang, amigo común, el cuadro retrata a una Khoklova sedente con motivos florales y de inspiración casi clásica, proporcional y con una piel pálida y marmórea. El rostro serio de la foto original se transforma en una leve sonrisa, y el desorden típico de un estudio es desnudado por Picasso dejando el lienzo sin pintar.

Un hijo y dos décadas de desavenencias e infidelidades después, el resultado se puede apreciar en cuadros como su célebre Grand nu au fauteuil rouge de 1929, en el que Olga es un ser horrible de dentadura afilada al que pinta desnudo y extremadamente delgado.

Picasso matiza de manera más obvia y con posterioridad el rencor en su Mujer con reloj, obra en la que una figura femenina y lánguida con los rasgos de Olga se mira al espejo, como siendo consumida por el tiempo. El espacio entre el primer y el último cuadro en el que Khoklova fue retratada habla del deterioro del matrimonio, pero también de la evolución del pintor malagueño desde su abandono del cubismo hasta su adopción del surrealismo y su posterior época de compromiso político.



"Paradójicamente", explica el comisario y también descendiente ilustre Joachim Pisarro, "sabemos todo sobre la vida de Picasso pero su relación con Olga siempre había permanecido entre sombras. Esta muestra nos ayuda a comprender mejor tanto al pintor como a una de las mujeres que más le inspiró".

En esta línea se manifestó también Emilia Philippot, conservadora del Museo Picasso francés: "Khoklova fue la catarsis necesaria para que Picasso desarrollara todo su talento". A modo de acertado epílogo, Olga Picasso finaliza su recorrido con una serie de grabados de motivo animal.

En ellos, el pintor se transfigura en minotauro que cornea caballos fálicos y desmembrados, siguiendo la estela de una joven mujer rubia, la misma que acabó separando al matrimonio en el verano de 1935. Hasta septiembre, CaixaForum homenajea a Olga Khoklova, la mujer detrás del mito que, curiosamente y aludiendo motivos burocráticos, murió en 1955 siendo aún la mujer de Picasso.

También falleció olvidándose un baúl en su mansión de Boisgeloup, un baúl que cuenta su historia, la de su familia y también la de Europa, que la vio nacer entre zares y la enterró solo después de la Segunda Guerra Mundial.

Créditos: elmundo

¡Gracias por leerme!

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