Título original: Een monnik en een begijn
Técnica: Óleo (116 x 103 cm.)
Escrito por: Miguel Calvo Santos
Según la leyenda del Milagro de Haarlem, una monja holandesa fue acusada de quedarse embarazada. Para probar que no era una pecadora, un monje tuvo la gran idea de apretar uno de sus pechos para comprobar científicamente que la buena mujer no era una golfa: si salía leche, la acusación era cierta.
Sin embargo, no salió leche del pecho… ¡¡Salió un chorrito de vino tinto!!
A eso alude la copa de vino que hay sobre la mesa en la que debemos destacar ese magnífico bodegón de delicias holandesas. La monja quedaría absuelta del terrible pecado de la lujuria.
Para promocionar esta surrealista historia, el ayuntamiento de la ciudad holandesa de Haarlem le encargaría el cuadro a su pintor principal, el manierista Cornelis van Haarlem.
Todos conocían la famosa leyenda, y sin embargo este cuadro da lugar a muchas interpretaciones, y seguramente la más picante sea la correcta. Después de todo debe ser difícil vivir en un monasterio o convento a base de trabajo y oraciones. De vez en cuando esta gente de clausura debe echar de menos pequeños placeres como los que se ven sobre la mesa, y hasta tener un poco de contacto humano.
Van Haarlem y muchos más artistas de la época harían numerosos cuadros de este tipo para satirizar un poco la hipocresía de la fe católica que no permitía a sus trabajadores practicar sexo.
Todo en el lienzo sugiere pecados carnales, nada divinos. Los protagonistas, aparte de ese grasiento fraile y la monja-odre son la comida, el alcohol y el sexo retratados en un lienzo que hoy en día sigue escandalizando a más de uno.
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