Un hombre y una mujer bailan una jota aragonesa tradicional.
Antes de que la derecha se apropiara de la jota y la condenara a la inanidad, antes de que el bello arte de la copla se convirtiera en una burda exaltación de la Virgen de turno, hubo un tiempo en el que el sexo, la lucha de clases o la religión conferían a esas líneas un aire transgresor y beligerante.
Poco queda ya de aquello, la jota “oficial” ganó la partida y fue así como pasó a encarnar –chorro de voz mediante– un imaginario épico y paleto manido hasta la náusea.
Pasados los años, habría que preguntarse si algunas de aquellas jotas que en su día se entonaron, nacidas de la improvisación y el ansia revolucionario, serían en la actualidad el salvoconducto ideal para darse una vueltecica por la Audiencia Nacional.
Corren malos tiempos para andar tentando los límites de la libertad de expresión; esa delicada frontera que separa el chiste zafio de lo punible, la simple ocurrencia de la querella.
Si hace poco más de un año era Evaristo, referente del punk español, el identificado y denunciado por la Benemérita tras cantar durante un concierto en Jerez una jota punk, similar situación han vivido este domingo los integrantes de la veterana agrupación musical Adebán, identificados por la Guardia Civil poco después de interpretar su emblemática copla Arriba, abajo, cuyo estribillo reza así:
- Arriba, abajo
- mandaremos al rey al carajo
- abajo, arriba
- no queremos a la monarquía
- Que sí que, que no que,
- tenemos un rey de rebote
- Que no que, que sí que mantenemos a dos aunque abdiquen.
Sobra decir que no es el caso de los siguientes ejemplos. Lean si no esta suerte de desiderátum evocado por un superviviente de las Juventudes Socialistas navarras, Pedro Bermúdez, surgido tras los incidentes de Octubre de 1934:
- ¡Cuando los templos sagrados
- se verán hechos cenizas,
- las iglesias destrozadas,
- los cuarteles hechos trizas!
- Ya no se llaman civiles
- los del gorro atravesado
- que se llaman asesinos
- del trabajador honrado
- Que nos dé fruto la tierra
- y nos den uvas las vides
- y que se vaya a hacer hostias
- el Cardenal Benavides
Aquellas soflamas libertarias y antirrepresivas han sido revisitadas –décadas más tarde– por el rock urbano y el punk. El ya mencionado Evaristo Páramos suele entonar, durante sus conciertos con Gatillazo, una jota un tanto explícita:
- “Y si he de decir lo que siento
- no tengo la menor duda
- no pago 30.000 euros por llamarte hijo de puta
- !que además lo eres!
- y aunque la jota es la misma
- con la misma melodía
- rómpete la crisma, hijoputa, policía”.
Evaristo no está sólo. Otros insignes del rock estatal como Extremoduro también se han servido de estas efectivas tonadillas para aderezar algunos de sus temas. Es el caso, por ejemplo, de esta breve introducción jotera al tema Extremaydura, que abría el primero disco de la banda, Rock Transgresivo (1989):
- "Desde que tú no me quieres
- yo quiero a los animales
- y al animal que más quiero
- es al buitre carroñero
- es al buitre carroñero"
- "No me jodas en el suelo
- como si fuera una perra
- que con esos cojonazos
- me llenas el culo tierra
- que bonitas son las extremeñas
- con el culo to lleno de tierra".
O guarrillas. Porque no todo van a ser llamados a la revolución o cantos sacrílegos, el repertorio jotero atiende también a aspectos menos trascendentales, asuntos cotidianos que el poeta anónimo tiene a bien empalabrar con mayor o menor acierto. Dicho de otro modo; lo más prosaico no le es ajeno a una buena jota:
- Cuando me la casco
- yo me la casco tripa arriba
- pa que me caiga la leche
- encimica la barriga
- Si los cuernos alumbran
- como alumbran los faroles
- estarían muchas casas
- llenas de iluminaciones
Créditos: publico.es

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